El lenguaje del rostro

. martes, 2 de septiembre de 2008
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Que debamos hacer con el rostro no nos preocupa porque al hablar no lo vemos. Su expresividad procede de actos reflejos congénitos: el recién nacido hace las muecas de los sabores ácidos, dulces y amargos.Rie, sonríe, llora y bosteza con la perfección de un adulto.

Ya hemos indicado como hemos de girarnos para mirar a todos de frente. Y mantener, uno a uno, la comunicación interpersonal, que se realiza entre “tú y yo” (y no entre vosotros y yo). Cuando son muchos, bastara resbalar la vista por las frentes de la concurrencia. Cuando son pocos, habrá que dirigirse especialmente a cada uno cuando se aluden a temas que les pueden competir o interesar.

El puente de la mira no se suple con nada. Cualquier ademán resulta sin vida, imposible, si no miramos.

Mas de una vez he tenido que preguntar al final de una intervención silo habían leido.El mover y mirar los papeles no es siempre señal de lectura. Muchos se refugian en un guión que no leen o en una cuartilla en blanco, para no mirar a los que le están mirando. Otros se orientan al pasillo central, a la lámpara o a una ventana lateral. La vista perdida, como si pensaran.

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